En 1990 había sólo 35 jugadores de talla considerable, quienes rebasaban las 300 libras (136 kilos). Hoy, esa cifra casi supera los 350.
Lo más preocupante de todo es que hay jóvenes de 20 años, en las vísperas de su ingreso a la liga profesional, que sobrepasan fácilmente el peso estándar que reconoce a un jugador como “grande”, debido a que si no cumplen con el esteriotipo del puesto en que juegan, simplemente casi no serán tomados en cuenta.
El 97% de los jugadores de la NFL están excedidos de su peso normal, cifra arrojada después de calcular el IMC de cada profesional (índice de masa corporal, el peso de una persona en relación a su estatura), pero este número no toma en cuenta la cantidad de masa muscular y componentes grasos que cada cuerpo contiene, haciendo aun más difícil diagnosticar el real problema.